𝍄 ñitholn 21 oct 17 6:20h
2Corintios 10.5 Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.
Pensamientos Errantes
II. ¿Cuáles son, en general, los motivos que los ocasionan?
III. ¿Cuáles de ellos son pecaminosos y cuáles no lo son?
IV. ¿De cuáles de ellos podemos esperar ser liberados y orar para que lo seamos?
I. Pensamientos que divagan apartándose de Dios, y pensamientos que se apartan del punto especĂfico que tenemos en vista. (1. Pensamos en lo que amamos, pero no amamos a Dios;) (2. Pensamientos que se apartan del tema particular que yo tenĂa en vista, sino en los cuales el corazĂłn no divaga aparte de Dios, sino que el entendimiento divaga
lejos del tema particular que tenĂa en vista.)
II. Tendencias pecaminosas. Sal 10:4 Tan soberbio es el impĂo que no busca a Dios, ni le da lugar en sus pensamientos. (Todos pensamientos errantes proceden fácil y naturalmente de esa maligna raĂz de incredulidad.)
IV. De lo anteriormente considerado es fácil dar una respuesta clara a la última pregunta: de qué clase de pensamientos errantes podemos esperar que seremos liberados y orar para que asà sea.
Oremos, más bien, tanto con el espĂritu como con el entendimiento, para que todas estas cosas ayuden para nuestro bien; que podamos sufrir todas las enfermedades de nuestra naturaleza, todas las interrupciones de las personas, todos los asaltos y sugestiones de los malos espĂritus, y que en todo seamos más que vencedores.
Oremos para que seamos liberados de todo pecado, para que tanto la raĂz como las ramas sean destruidas, para que seamos liberados de toda contaminaciĂłn de carne y de espĂritu, de todo mal genio, palabra y obra; para que podamos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazĂłn, con toda nuestra mente, con toda nuestra alma, y con todas nuestras fuerzas; para que todo el fruto del EspĂritu pueda ser hallado en nosotros, no solamente amor, gozo, paz, sino tambiĂ©n paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
Ora pues para que todas estas cosas puedan florecer y abundar, y puedan aumentar en ti más y más, hasta que te sea otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Rom 7.12 Podemos decir, entonces, que la ley es santa, y que el mandamiento es santo, justo y bueno.
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